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LA NUEVA NORMALIDAD: DIVERSIDAD DE MIRADAS
Luego de 8 meses de confinamiento en el marco de esta pandemia, hemos pasado por diferentes etapas, donde cada sujeto y cada familia ha experimentado muchas emociones de acuerdo a sus circunstancias particulares, pero también el paso del tiempo nos fue enfrentando con un proceso mucho más largo de lo que hubiéramos imaginado todos.
De esta forma, desde el aislamiento total, donde el “QUEDATE EN CASA” parecía dar la única esperanza de seguridad frente a tanta incertidumbre, cada uno debió adaptarse al trabajo en casa, las clases virtuales, el home office y las actividades por pantalla, teniendo que reacomodar espacios, tiempos y también sentimientos.
Ahora nos encontramos en otro tiempo. Todavía no sabemos bien los efectos que todo esto produjo en cada uno de nosotros. Estamos haciendo historia. Y mientras tanto, adaptándonos a lo que se ha dado en llamar LA NUEVA NORMALIDAD.
Atravesamos un tiempo diferente: la DISPO (DISTANCIAMIENTO SOCIAL, PREVENTIVO Y OBLIGATORIO). Debemos reacomodarnos una vez más entre lo que dejamos atrás del 20 de marzo y lo que incorporamos en estos meses. En medio de un empuje externo que permanentemente nos invita a salir, nos encontramos con nuestras propias necesidades de contacto social, de presencialidad, de recuperar algo de lo que se perdió en este tiempo. Y en este interjuego la pandemia sigue. Hay rebrotes intensos del otro lado del mapa, el COVID insiste pero el deseo a seguir viviendo resiste. Entonces, una vez más la realidad nos interpela, nos conmueve nos interroga.
Abrieron comercios, bares, restaurantes, primero al aire libre, ahora también en lugares cerrados pero ventilados y con distancia social. Distancias que nos acercan un poco más. Y las escuelas presionadas por este empuje incesante se dirimen nuevos interrogantes. ¿Abren sus puertas? ¿Vuelven las clases presenciales? ¿Para quienes? Primero pensaron en aquellos que cerraban ciclos. Darles la oportunidad concreta de un cierre simbólico que les permita sellar etapas. Poder despedir al Jardín de infantes, a la escuela primaria o a la escuela media fue el primer desafío a enfrentar. Se pensaron diferentes opciones y maneras de poder brindarles a los chicos y chicas que finalizaban los distintos niveles la oportunidad de un cierre distinto, que implique inventar nuevos rituales para dejar huellas imborrables de este año diferente y tan particular. Desde las distintas instituciones educativas, desde todos los espacios de discusión e intercambio se fueron forjando distintos caminos posibles que comenzaron desde la virtualidad y finalmente se continuaron de manera presencial.
NUEVOS INTERROGANTES:
Una vez en marcha estos engranajes, algo parece insistir y es allí donde surgen nuevos interrogantes. Pareciera que si se pudieron implementar estos encuentros se debería poder comenzar con todos por igual. En medio de estas presiones sociales aparecieron los nuevos anuncios que habilitaban a las escuelas a abrir las puertas a todos sus alumnos, siguiendo los protocolos.
Ahora bien, ¿es posible? ¿De qué manera? ¿Bajo qué costos? Más allá de las ganas de todos por recuperar el espacio de la escuela de manera presencial es muy importante no perder de vista el aspecto sanitario, los riesgos y sobretodo poder dar lugar a un análisis que incluya las diversidades.
INSTITUCIONES Y FAMILIAS DIVERSAS:
Empezando por las instituciones, sabemos que no todas las escuelas cuentan con suficientes espacios físicos adecuados para la cantidad de alumnos que tienen. Entonces es fundamental no forzar una apertura sin tener plena conciencia de cómo se habilitan los espacios. Estamos aprendiendo sobre la marcha, basándonos en el ensayo y error pero en las cuestiones de salud, los errores tienen consecuencias que pueden ser irreversibles. Por eso es importante aceptar que las instituciones educativas no son todas iguales y desde esa diversidad institucional ENCONTRAR LAS DIFERENTES MANERAS DE EMPEZAR A ABRIR LAS PUERTAS. Los recursos de las instituciones para garantizar la continuidad pedagógica también han sido diversos y estas diferencias también inciden a la hora de dar sentido a la presencialidad frente a alumnos que tal vez no han podido, o lo han hecho de manera esporádica, mantener el vínculo con la escuela y con los maestros.
Otro aspecto muy importante a considerar es la situación particular de los maestros y el personal responsable de recibir a los alumnos. Más allá del deseo por reencontrarse con los alumnos de manera presencial, de querer acercar las distancias de las pantallas y la virtualidad, sabemos que muchos docentes pertenecen a la llamada población de riesgo, por ser mayores o por atravesar condiciones de salud pre existentes que los hacen más vulnerables frente a esta pandemia. Y además, es posible que algunos de ellos sin ser población de riesgo, esté en contacto estrecho o al cuidado de familiares que sí lo estén y que por esa razón deban extremar los cuidados.
No podemos olvidarnos de la diversidad de situaciones que atraviesan las familias de los chicos y chicas que tanto esperan la vuelta a las clases presenciales. También en cada familia se dan condiciones de salud diferentes y por ende, el riesgo frente a la pandemia también lo es. Así como también, las posibilidades de mantener el vínculo con la escuela en la virtualidad, condicionará la necesidad de apostar más o menos a la posibilidad de recuperarlo en los encuentros presenciales.
LOS PROTAGONISTAS:
¿Pero qué sucede con los alumnos y alumnas de los diferentes niveles? Se escuchan muchas voces que hablan en su nombre, pero cuánto se los escucha verdaderamente, empáticamente? La mayoría manifiesta un gran deseo de que todo sea como antes, pero la verdad es que no es posible que así sea. Entonces, cómo saber qué les pasa a cada uno de ellos con esta nueva normalidad y con estas nuevas condiciones.
A veces como adultos no registramos la influencia que ejercemos sobre los niños y tendemos a proyectar sobre ellos muchas de nuestras propias emociones sin darnos cuenta que los estamos invadiendo. Poder delimitar esas diferencias ayuda a que cada uno pueda identificar lo que siente frente a esta nueva etapa. Vivimos en una sociedad que tiende a masificar, a generalizar y a difundir postulados para todos igual. Por eso es tan importante el trabajo permanente para rescatarnos de esa lógica que nos termina anulando como sujetos diversos y que por lo tanto nos excluye.
También dependerá de las necesidades de cada uno, de los recursos que tengan, de la posibilidad de implementarlos y de las limitaciones de cada uno. No será igual para todos aquellos que estén transitando inclusión escolar y dependerá de lo que acuerde cada equipo profesional en conjunto con la institución educativa y las familias dependiendo siempre de la diversidad funcional de cada niño.
Es más que entendible que las disposiciones gubernamentales se basen en una perspectiva que tiende a querer ser lo más general posible ya que desde ahí surgen las normativas para todos. Y desde esa línea, las instituciones deben cumplir con las normativas, pero intentando contemplar lo más posibles las diversidades de su propia comunidad educativa. Tarea para nada sencilla que implica un desafío constante. Por eso desde las familias es importante asumir también la responsabilidad social de poder corrernos de esas miradas tan generales y poder encontrar la diversidad ayudando a una verdadera inclusión. Es un trabajo en equipo, un entre todos, cada uno desde el lugar que ocupa, estado, instituciones y familias.
EL DESAFIO DE TOLERAR LA FALTA DE RESPUESTAS:
En este último mes que queda de este año lectivo 2020 tan peculiar, se asumió el desafío de abrir las puertas de las escuelas. Se propusieron encuentros breves de re vinculación como una manera de atreverse a dar un paso más. Pero el desafío por delante es aún mayor. Tenemos un futuro incierto por delante y muchas decisiones que tomar. Decisiones sin precedentes, sin manuales que nos indiquen el camino a seguir. Esto genera muchos interrogantes para todos. Ahora bien, el modo en que cada quien quiera abordarlos también marcará una diferencia. Vivimos en un mundo que tiende a querer dar todas las respuestas, se buscan certezas absolutas y verdades que tranquilicen. Se necesita creer que hay respuesta para todo. Y en ese afán, se pierde de vista que tal vez la única certeza que podemos tener hoy, es que no hay respuesta para todos nuestros interrogantes, que no hay verdades absolutas y que el gran trabajo es ir encontrándolas en el camino. Tal vez una de las cosas que se puede rescatar de esta pandemia es que nos muestra crudamente justamente eso, lo impredecible, lo que no podemos controlar, lo que no sabemos. Y que para seguir,
Y muchas veces sucede que no es fácil inventarnos respuestas, queremos que los otros (gobernantes, instituciones, profesionales) nos den las respuestas. Y entonces, la desesperación y la angustia ante esto, lleva a exigir esas respuestas, a que se produzcan saberes absolutos con respuestas tipificadas que en gran medida sirven más para taponar esa angustia que para establecer verdades. Porque la verdad es que sabemos muy poco de como proceder.
Entonces, podemos avanzar como aplanadora en busca de encontrar rápidamente postulados tranquilizadores como tapones de agujeros o podemos tomar el desafío de avanzar con cautela, sin certezas, pero con la convicción de que sí es posible ir encontrando pequeñas respuestas para cada quien.
UNA RESPUESTA POSIBLE: EL DIÁLOGO
Y es desde esta orientación que encontramos como recurso por excelencia el diálogo. Poder conversar desde cada uno y entre todos los actores involucrados. El diálogo, el intercambio, la conversación con otros implica que
La amplitud de miradas compartidas en el intercambio sincero y respetuoso posibilita un camino para encontrar respuestas que se ajusten a las distintas realidades. Lo cual es esencialmente diferente a pensar que las respuestas vienen del afuera, del otro que sabe. Permite una construcción colectiva que tienda más a la inclusión. Por eso es fundamental el diálogo, la escucha empática y darle lugar a la palabra, a las distintas voces. Probablemente esta no sea una tarea sencilla, mas bien implica un gran trabajo personal y emocional que lleva más tiempo.
Es un gran desafío no caer en la tentación de pensar que las diferencias nos alejan creando grietas insalvables.
Respetando y aceptando que no hay buenos ni malos, sino diferentes modos de atravesar una pandemia que nos agobia a todos. Donde nos hemos sentido movilizados, conmovidos, desestructurados en nuestro cotidiano y hemos tenido que adaptarnos y re acomodarnos a nuevas modalidades y donde hemos perdido no solo los modos de vivir que cada uno tenía, sino que además el aislamiento social nos confronto con nuestra soledad. Salir de a poco de ese aislamiento nos permite recuperar algo de lo perdido pero teniendo que
LA IMPORTANCIA DEL LAZO SOCIAL;
Hay algo en lo que seguramente coincidamos casi todos, la importancia de los vínculos sociales para el adecuado desarrollo emocional de los niños. Sabemos que es fundamental compartir con otros pares, con otros adultos, con otras instituciones, armar lazos sociales mas allá de los familiares y que cuanto antes podamos recuperarlos será mas beneficioso para fortalecer el impacto emocional que esta pandemia produjo con el aislamiento social. Pero es muy importante que, en la medida que podamos ir encontrando la manera adecuada para cada quien, respetando las diferencias, mas solida será esa recuperación. Los niños cuentan con recursos para ir adaptándose a su tiempo a los diferentes cambios y así como fue intempestivo y abrupto tener que quedarse en casa donde tuvieron que re acomodarse con mucho esfuerzo a la nueva modalidad, ESTA NUEVA MANERA DE PRESENCIALIDAD TAMBIÉN LLEVARA TIEMPOS DIFERENTES. Y poder detenernos en eso ayudara a que encuentren mayor seguridad en los nuevos pasos que necesitaran dar en esta NUEVA NORMALIDAD.
Sabernos iguales pero diferentes, con verdades propias, pero sin verdades absolutas, en el mismo camino, pero con experiencias diversas, nos posibilita acercarnos más, incluirnos mutuamente, integrándonos y por lo tanto descubriendo los modos de seguir avanzando.
Es por eso que es fundamental ser conscientes y registrar desde dónde queremos pararnos frente a la nueva etapa escolar. Si somos capaces de reconocer esta falta de saberes absolutos y monopólicos tendremos la posibilidad de descubrir saberes más verdaderos y con más capacidad de incluir la gran diversidad de aspectos que atraviesa esta pandemia. Confiar que detrás de cada decisión hay muchas variables en juego que la condicionan.